domingo, 20 de junio de 2010

Dirty Dancing


Hace una o dos semanas pude volver a ver la película que da nombre a esta entrada, Dirty Dancing.
Sinceramente, era poco lo que recordaba de ella, aunque la imagen enérgica del joven Patrick Swayze enfundado en un traje negro junto con la inocente Jennifer Grey, permanecía en mi interior.

El cine es un arte que me apasiona. No entiendo de fronteras, prejuicios, ni encuentro tabúes en él. Lo mismo puedo deleitarme con el magnífico humor del conejo Harvey que emocionarme con el viejo Noa. Disfruto simplemente de aquellas películas que a mi pobre juicio están "bien hechas", que me emocionan, que me llevan a otros lugares (añorados o desconocidos), que me hacen vibrar, sentir bien o reflexionar...

Sin duda, Dirty Dancing es una de ellas.




Estrenada por primera vez en 1987 fue un enorme éxito de género romántico, siendo a día de hoy considerada como un clásico de los 80.

Esta obra está escrita por Eleanor Bergstein y dirigida por Emile Ardolino.

La película nos muestra como se forja el amor entre dos jóvenes muy diferentes: Johnny Castle, bailarín y profesor en un lujoso hotel; y Baby Housemam, inocente e idealista adolescente hija de un adinerado doctor que pasa sus vacaciones estivales en dicho hotel.
A su vez, sus diferencias individuales no son las únicas que los aleja, sino también sus diferencias sociales que aquí aparecen reflejadas como un obstáculo...

Sin embargo, bien es sabido por todos que para el amor verdadero no existe aún barrera que lo detenga...

De este modo, el amor surgirá y se alimentará entre música, inocencia, baile, alegría y pena.


Tras ver la película un sentimiento de bienestar me embargó. Es una buena dosis de optimismo y te recuerda que no hay nada que no se pueda conseguir. No obstante, para volver a la cruda realidad bastaría con poner el telediario... Yo no lo hice. No lo hagan ustedes tampoco y anímense a bailar...



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2 comentarios:

Manuel Torres Rojas dijo...

¿QUÉ HORA TIENES? ¿ACASO TE ACUERDAS?...

Silvia dijo...

Hace tiempo que perdí el reloj...
Gracias por tu visita Manuel.
Saludos.